sábado, abril 14, 2012

La creación de la realidad


Como ya expuse en mi entrada anterior, todo lo que ocurre ahora, tanto en las selvas donde las tropas de la llamada izquierda democrática reclutan niños y guardan en jaulas a personas inocentes, como en las oficinas judiciales, donde personajes aún más siniestros protegen esa industria lucrándose copiosamente, forma parte de un ciclo largo en la historia del país, un ciclo cuyo núcleo es la Constitución del 91 y el crimen que le abrió camino: la toma del Palacio de Justicia por el M-19.

En numerosos textos de este blog he explicado hasta qué punto la historia del comunismo en Colombia (y de sus bandas criminales) es la de una conjura de las camarillas del poder, en especial de las herederas de la República Liberal. Puede que algún día un historiador minucioso demuestre que la toma del Palacio de Justicia fue algo concebido por algún delfín para forzar el cambio constitucional que abriría las puertas al socialismo y a la dictadura de jueces sometidos por diversos mecanismos a dichas camarillas.

En dicho relato el papel de la prensa es decisivo, y también la continuidad es clarísima entre quienes acumulaban poder gracias a los crímenes de los años cincuenta y quienes ahora presentan a Iván Cepeda (cuyo padre perteneció al MRL de López Michelsen al tiempo que al Partido Comunista y fue el financiador de Tirofijo) o a Javier Giraldo como "defensores de derechos humanos". Lejos de la "subversión" que pretenden representar, sólo son la continuidad de las peores tradiciones políticas locales: clanes que poseen periódicos, grupos de privilegiados dedicados a la rapiña que ejercen como clientela de los primeros (universidades, empleados estatales) y bandas de matones asegurando el control. Ah, y la perpetuación de la odiosa mentira que se impuso en la Conquista: el saqueo y la esclavitud justificados por la predicación de la religión del amor.

Uno de los elementos centrales de ese poder hegemónico es el control de los centros de investigación. Respecto de la historia reciente no se conocen obras importantes que den cuenta de lo que pasó, con lo que a pesar de que los determinadores remotos de los crímenes se podrían rastrear sin dificultad en las hemerotecas, no hay quien lo haga. (Esto es tan cierto que en las bibliotecas en que se guardan los periódicos viejos ya se han detectado adulteraciones y censuras criminales, como denunciaba Eduardo Mackenzie) Cuando ya no hay quien recuerde nada, la prensa se dedica a su principal labor: crear la realidad. No es en absoluto sorprendente que continúe una vieja tradición comunista.


En la foto de abajo ha desaparecido Trotski.

Buen ejemplo de dicha labor es un texto de Enrique Santos Calderón, tal vez el principal determinador de crímenes terroristas de la historia de Colombia, sobre la Anapo. Con el pretexto de relacionar la dictadura de hace casi sesenta años con la gestión del nieto del general Rojas Pinilla en la Alcaldía de Bogotá, el "periodista" cuenta una historia en la que la intención de engañar es evidente:
Cuatro años después, María Eugenia se lanzó a la Presidencia (enfrentada a otros dos hijos de presidentes: Álvaro Gómez y Alfonso López Michelsen) e hizo su espectacular aparición el M-19, con el robo de la espada de Bolívar y su consigna de "¡Con María Eugenia, el pueblo y las armas, al poder!".
Insistiendo en una vieja mentira, el origen de la banda terrorista resulta relacionado con el fraude de 1970 y hasta con la "capitana del pueblo"; como algo ajeno al "periodista". Lástima que los testimonios en contra sean tan abrumadores. Unas semanas después de la aparición del M-19 (previa campaña publicitaria en el periódico de la familia Santos) apareció Alternativa, revista concebida y dirigida por Santos Calderón. Al respecto conviene prestar atención a este documento sobre el tema.
Por esos primeros días de diciembre Enrique Santos desarrolló una amplia discusión con Jaime Bateman Cayón, cuyo grupo también se disponía a lanzar el M-19, prácticamente al tiempo que se lanzaría el primer número de Alternativa (el “Eme” el 17 de enero de 1974 y Alternativa el 18 de febrero). Juntos encontraron una gran afinidad entre los dos proyectos, pues coincidían en la necesidad de generar formas de comunicación política superiores al sectarismo, el dogmatismo y la hiperideologización que caracterizaba a la izquierda de la época.

A partir de ahí el M-19 participó en la vida de Alternativa periodísticamente y, en algunos periodos, económica y administrativamente. Pero la participación del M-19 fue mucho más allá. De la fundación de Alternativa hicieron parte personajes que durante 1974 se convirtieron en militantes de primera línea en la organización subversiva, entre ellos, Carlos Duplat, que se encargó de organizar en los primeros números el diseño y maquetación de la revista y Carlos Vidales —el hijo del poeta Luis Vidales—, que acababa de escapar de Chile luego del golpe militar, y que asumió como redactor y fiscal de la publicación. Asimismo, Carlos Sánchez, redactor y fotógrafo; Sebastián Arias, redactor; y Nelson Osorio, escritor y redactor; ya eran militantes del “Eme” cuando surgió Alternativa. Según estas cuentas, además del diálogo entre Bateman y Santos, el hecho era que, por así decirlo, la mitad del equipo de Alternativa en 1974 era del M-19; aunque algunos de ellos ni lo sabían, por el grado de compartimentación que existía.
No hará falta mucha imaginación para saber quién promovía la publicación de la propaganda del M-19 en el periódico. Yo apostaría a que incluso el absurdo pretexto de la rebelión contra el fraude de 1970 fue idea del mismo genio. Sólo se trataba de "agarrar pueblo" convocando a los que se rebelaron contra la oligarquía para sumarse a una conjura organizada por ella misma.


En el texto reciente de Santos Calderón sobre la Anapo, semejante implicación se despacha con una frasecita vaga:
Por esa época conocí no solo a su fundador, Jaime Bateman (ese es otro cuento), sino a la propia María Eugenia, a raíz de una serie de entrevistas que estaba haciendo para EL TIEMPO con los candidatos presidenciales.
[...]

Le pregunté por el recién aparecido M-19 y lo calificó como "fenómeno espontáneo del pueblo para defender el triunfo",pero dejándome muy en claro que ni ella ni el general tenían algo que ver con ese grupo armado.
Llama la atención la frivolidad y oportunismo de la señora Rojas —que sin duda tenía muy poca relación con la banda castrista-tupamara y sin duda desconocía a quienes la promovían—, pero mucho más el cinismo de Santos Calderón: puesta en el contexto de corto plazo, la aparición de la banda terrorista y de la revista antisistema unas semanas antes de las elecciones perfectamente podría ser una zancadilla concebida para dar lugar al fracaso de la Anapo en las elecciones. Sigamos con el texto de Santos:
Los comicios presidenciales del mes siguiente fueron golpe mortal para Anapo. María Eugenia sacó menos de medio millón de votos, frente a los casi tres de López Michelsen y el millón y medio de Gómez Hurtado (de 1970 al 72, Anapo ya había perdido un millón de votos), y de ahí en adelante todo fue cuesta abajo para un movimiento que había puesto en crisis al bipartidismo tradicional.
Es decir, el votante descontento tenía que escoger, como la reina coja del famoso calambur de Quevedo, entre el clavel blanco y la rosa roja, y para que prefiriera la segunda nada mejor que atribuirle un crimen al primero, cosa que desanimaría al descontento tradicionalista, al que no le gustaría el ultraje a Bolívar y preferiría lo malo conocido del hijo de Laureano Gómez, y tampoco al descontento populista, al que ilusionaría más el halago del "Pollo" de vieja trayectoria de izquierda. Puede que la idea de atribuir a la mano negra de la extrema derecha los crímenes del servicio doméstico armado venga de lejos.

Eso en el corto plazo, porque en el largo el interés de Castro y García Márquez, cuyo principal ejecutor era Santos Calderón, era otro. El primer director de Alternativa, Bernardo García, cuenta algo muy interesante sobre la fase final de la revista.
La tercera Alternativa guerrillera opera tras una transición de pleitos internos, retirada de la mitad de los socios, entre el n.º 90 y el 110, y que se prolonga luego hasta la liquidación de la revista. Consolidada bajo la dirección de Enrique Santos tiene la estrecha asesoría de Jaime Bateman y el montonero, «el gordo» Paco. Es una Alternativa de combate que rechaza la elaboración de análisis, teorías y reformas propias de ”los intelectuales”- Rechaza también el quehacer político para consagrar la insurgencia y la rebelión armada. Inmersa en la estrategia cubana de la Tricontinental y la formación de los mil vietnams antiimperialistas.

Marcha al unísono con las tácticas de combate empeñadas por los Tupamaros, los Montoneros, los Movimientos de Izquierda Revolucionaria y por supuesto del ELN. Jaime Bateman está en plena acción, en 1977-1978, crítico de las FARC y constructor de la Anapo radical y del M19. Después del robo de la espada del Libertador y antes de la toma de la embajada Dominicana, padece la urgencia de dotar a su movimiento, el M19 y luego Firmes, de una publicación de envergadura nacional, con su ideología inmarcesible del “sancocho a la colombiana”: acciones intrépidas y consignas de raca mandaca.

Lo intenta una primera vez con la “Alternativa del pueblo”, pero al parecer no logra asumir la dirección, sino la militancia de algunos. En la segunda arremetida gana Bateman con la venia de García Márquez…y de Fidel supongo –porque ambos prefieren a un chico más travieso y mágico que a todos sus Aurelianos Buendías peleados en mil guerras, pero ya a la espera de la pensión de retiro: Manuel Marulanda, Jacobo Arenas, Fabio Vásquez Castaño…

La revista toma pues su nuevo rumbo rompiendo un histórico record Guiness con más de un millón y pico de denuncias en su corta vida, hasta su caída final en el misterioso trance, pocos meses antes de la toma de la Embajada Dominicana (7.2.79) con 13 embajadores y el nuncio del Vaticano a bordo.
Llamativa, muy llamativa la forma de describir por encima la carrera del M-19 y su relación con la Anapo, sobre todo por el líder de una familia cuyo periódico se atravesaba así al previsible triunfo de Rojas en 1970:


Violencia y caos es lo que le han aportado a la vida colombiana las ambiciones y trapacerías de este delfín asesino. Bueno, y sobre todo las mentiras que durante medio siglo ha estado propagando gracias al poder del periódico familiar.

Tal vez no haya ningún protagonista de la historia reciente que se pueda comparar con el Hermano Mayor del presidente, que probablemente es quien maquina en la sombra para que el país se alinee día tras día con las brutales satrapías de la región. ¿Quién será, si no otro, el padrino de Angelino Garzón, de León Valencia y de Gustavo Petro? Habrá que averiguar cómo consiguió el terrorista ascendido a alcalde una beca en el Externado en la época en que el M-19 despuntaba.

(Publicado en el blog Atrabilioso el 17 de noviembre de 2011.)